sábado, 10 de julio de 2010

Mirarla a ella me dió náuseas.
Verla tan flacuchita, tan linda piel, asquerosas pecas y ojos caídos ordinariamente marrones. Mi estómago subió hasta mi garganta, mis dedos ayudaron a que salga. Su relación me da asco, la envidia me revuelve las entrañas, me produjo el vómito mas desagradable pero placentero a la vez, fue eterno, nunca terminaba, seguía teniendo la sensación de que mi panza todavía tenía porquerias que expulsar, lo tenía atravesado en la garganta, y no salía.
Se me ocurrió estimularlo volvendo a ver las fotos de esa morocha arrepentida, con sus brazos envidiables al extremo, y una espalda digna de desear. Me dió resultado, un vómito de envidia corrió por todo mi cuerpo hasta el inodoro, pero nuevamente, no concluía, no te pude terminar de devolver, todavía te tengo acá atravesada.
A partir de hoy, empieza el conteo, y lo cumpliré religiosamente, y verás una bolsa de huesos por tí y para tí.

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